Ucrania: El Caballo de Troya de la OTAN
Por: Níkolas Stolpkin*
La entrada en escena del Oreshnik, ha dejado a la OTAN, EE. UU., Unión
Europea desatados; están vueltos locos. Unos están discutiendo posibles
“ataques preventivos” en territorio ruso, otros están proponiendo “devolverles”
a Ucrania las armas atómicas que supuestamente les fueron “arrebatadas”, otros
están llamando a las empresas para que se “preparen para la guerra”, otros
quieren ampliar la red de bunkers, etc. ¿Qué otros delirios tendremos que
masticar?
–¡Calma! ¡Calma! ¡Que no panda el cúnico!, diría el Chapulín Colorado. Es simplemente
que si sigues provocando al Oso, te va a llegar un avellano.
Bien, prosigamos.
Después del lanzamiento ruso del misil balístico Oreshnik, sin carga
nuclear, sobre territorio ucraniano, como respuesta a los ataques con misiles
ATACMS y Storm Shadow sobre territorio ruso, uno tendería a pensar que los
responsables occidentales, como mínimo, tendrían que pensarlo muy bien antes de
nuevamente “autorizar” a Ucrania el lanzamiento de misiles balísticos tácticos
sobre territorio ruso. Pero, como se ha visto en estos últimos días, no ha sido
el caso. Y no es de extrañar, en todo caso. A EE. UU., Gran Bretaña o a la
Unión Europea no les importa, en absoluto, el destino de Ucrania. Lo único que
les importa es defender los intereses del propio EE. UU.
Estamos hablando, además, de la entrada en escena de nuevas tecnologías en
el campo de batalla que podrían marcar la diferencia. El Oreshnik, un misil
balístico con velocidad hipersónica (3,3 a 4 km/s); puede portar ojivas
nucleares; difícil de detectar e imposible de interceptar por los actuales
sistemas de defensa antimisiles estacionados en Europa; y su alcance podría
llegar a los 5,500 kilómetros. O sea, podría alcanzar a toda Europa en menos de
20 minutos.
Vladimir Putin fue claro al señalar que las pruebas de los nuevos sistemas
de misiles en el campo militar proseguirían si la amenaza a la seguridad de
Rusia persistían: “Consideramos que tenemos el derecho a utilizar nuestras
armas contra objetivos militares de aquellos países que permiten el uso de sus
armas contra nuestros objetivos, y en caso de una escalada de acciones
agresivas, responderemos con la misma decisión y de la misma manera”.
Lo razonable, en una situación así, es que se quiera desescalar el
conflicto, ¿no?, pero sucede todo lo contrario: se desea seguir escalando.
Quizá haya llegado el momento para reflexionar y aceptar la derrota de
Ucrania y su titiritero (OTAN) ante la determinación de Rusia. Que podría ser
muy fácil en teoría, pero que bastaría con que el titiritero empezara a
abandonar a Ucrania. Pero pareciera que el Bloque Occidental Capitalista
estuviera lejos de reflexionar y aceptar los nuevos cambios tectónicos que se
están desarrollando en el mundo.
Proseguir la escalada, no hace más que hacer daño a la propia Ucrania, que
no sabemos aún cómo habrá de quedar conformada, terminado el conflicto. Pero de
que quedará más pequeña (Ucrania), quedará más pequeña.
La OTAN, lo mejor que podría hacer sería convencer a los líderes ucranianos
de que al juego hay que ponerle fin; que ahora hay que conducir hacia el
terreno de las negociaciones. Pero, en la práctica, vemos todo lo contrario.
Pareciera que existiera más interés en proseguir el conflicto por parte de las
potencias Occidentales que de la propia Ucrania.
Seguir con el juego ante el nuevo escenario es suicida. ¿Qué disparates
están pensando? ¿“Entregar armas nucleares a Ucrania”? ¿“Autorizar a Ucrania
más lanzamientos de misiles en territorio ruso”? ¿“Ataques preventivos sobre
Rusia”? ¿“Nuevos sistemas de defensa anti-misiles”? ¿“Envío de tropas militares
OTAN hacia Ucrania”? ¿Acaso no se ha entendido bien el mensaje que plantó en
las cabezas el Oreshnik?
¿Cómo Rusia podría hacer entender a Occidente?
Porque pareciera que Occidente no quisiera entender la seriedad del asunto.
Occidente sigue con el mismo entusiasmo, o más, como cuando comenzó a “apoyar”
a Ucrania. Y Rusia sigue con la misma estrategia de la Operación Militar
Especial (SVO) sobre Ucrania. Occidente y su “ayuda” a Ucrania, no tiene visos
de querer parar por el momento, al contrario, tiene sumo interés porque
prosiga. Porque, entiéndase bien, EE. UU. y aliados no quieren perder sus
posiciones privilegiadas en el tablero.
EE. UU. y aliados (OTAN) deberían aceptar el nuevo terreno de juego.
No están para seguir jugando a escalar. Lo más razonable que pueden hacer es
aceptar la nueva realidad, e incluso la disolución de la OTAN. Porque… ¿Qué
razón tiene de existir una estructura político-militar al no poder brindar
protección a Europa ante las nuevas tecnologías militares en manos de Rusia? El
Oreshnik ha dejado a la OTAN como un chiste.
Pero la OTAN no deja de sorprender: desde el comienzo de la SVO los países
que conforman la OTAN corrieron a mandar “ayuda” a Ucrania. Primero eran cosas
tales como cascos y municiones, después misiles anti-tanque y misiles
anti-aéreo, pero, como Ucrania poco avanzaba en el campo de batalla, la “ayuda”
evolucionó a misiles tácticos de largo alcance (ATACMS), lanzacohetes múltiples
HIMARS, tanques, aviones, etc. Pero como los ucranianos seguían sin avanzar
significativamente en el campo de batalla y, además, se encontraron con un
déficit sustancial de soldados, ¿cuál fue la idea “brillante” que se les
ocurrió? Golpear e incursionar en territorio ruso; y ahora golpear con misiles
ATACMS y Storm Shadow. Siendo que, estos últimos, como ya se ha señalado cientos
de veces, no-pueden-ser-operados-sin-el-apoyo-de-especialistas-extranjeros
(no-ucranianos).
¿Qué vendría después? La respuesta rusa: el lanzamiento del misil balístico
hipersónico Oreshnik sobre un complejo militar ucraniano. Con el mensaje
adjunto de que la próxima vez podría llegar más lejos y que podría llevar
ojivas más dañinas si se insistiera en atacar territorio ruso con los misiles
de largo alcance. ¿Cuál ha sido la respuesta de la OTAN en estos últimos días?
Algo de no creer: intensificar más los ataques con sus propias armas en
territorio ruso.
Acá ya no se trata de Ucrania. Ucrania pasó a ser un producto, un títere,
que se sigue vendiendo en los Medios, pero que no tiene valor alguno. Ucrania
simplemente se ha convertido en un caballo de Troya moderno que es arrastrado
por la OTAN. Ucrania es únicamente un medio. Y Rusia lo sabe.
¿Qué mejor que instalar en el imaginario colectivo que Ucrania es un
“indefenso” al cual hay que “ayudar” frente a un “invasor” gigante,
“imperialista”, que quiere “expandir” su territorio? Los Medios occidentales no
te dirán que la OTAN está en suelo ucraniano apretando el gatillo, te dirán que
están “proporcionando instrucciones”, “proporcionando datos”, “proporcionando
permiso”, “proporcionando armas para la autodefensa”.
Si Ucrania es el caballo de Troya de la OTAN, ¿por qué dejar que camine el
artefacto? ¿Por qué no apagar el artefacto de una vez por todas? ¿Por qué no
desarmar el artefacto, paso a paso? ¿Qué podría hacer la OTAN con un artefacto
inservible?
Rusia simplemente debe ir por el caballo de Troya.
¿Qué otras sorpresas en el ámbito tecnológico-militar sacará a la luz
Rusia? ¿La nueva realidad militar podrá lograr poner en pausa a
Occidente?
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* Níkolas Stolpkin, es un escritor colombiano:
Análisis internacional - Geopolítica - Crítica - Opinión - Pensamiento
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